Actualmente estamos viviendo en una de las mayores crisis a las que se ha tenido que enfrentar España provocada por COVID-19. Por su gran facilidad de contagio, la situación está en un cambio constante y es muy difícil establecer un punto de referencia para analizar la realidad en toda su complejidad. La población se encuentra con un exceso de información lo que equivale a desinformación. Además, en toda esta acumulación de datos, las redes sociales han facilitado la propagación de las noticias falsas que por su naturaleza son más atractivas que las verdaderas.
En este escenario, es más importante que nunca la labor de los periodistas en analizar, verificar y contrastar toda la información y los datos que les llegan con el fin de hacer un ejercicio de comunicación de calidad. Es un trabajo difícil teniendo en cuenta que hay una única fuente de información oficial y es el Gobierno que al fin y el cabo es una fuente interesada.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfTxl081kBT4H1leDWxvHNv9TncBkxbw2a7GF-MnuiTTYTsOCjJCfza3nwXYm6b4EuFwcLGZ2ze585VRihEWXgFTnCDdRDQJuFB-Y-9vE8I9_sVY9og1IDILK3kbdG8jL7WMo3ptS5KEhA/s200/Riesgo.jpg)
La comunicación es la parte importante de solución de este problema. Los empleados, que es el público principal a quien se debe dirigirse esta comunicación, deben sentirse protegidos con los medios y instrumentos que les facilita la empresa. De esta manera, el objetivo es analizar la situación, hacer el diagnóstico de la realidad, realizar un plan de tratamiento de las consecuencias y finalmente trasmitirlo a los empleados. Con esto se consigue una familiaridad con los hechos que aumenta la capacidad del control. La comunicación no trata de reducir la percepción del riesgo sino conseguir que la percepción coincida con la realidad y que la gente esté más protegida y más preparada para lo que supone esta situación de riego en un futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario